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Joaquín López Bustamante, del Instituto de la Cultura Gitana: «Lo que hacemos ha conseguido sacar la Cultura Gitana de los Servicios Sociales y colocarla en dónde merece»

José Enrique Santos||REDACCION. Oleiros TVi fue invitada a asistir a la presentación del Ciclo Cinematográfico «Con duende», serie de películas dirigidas y producidas por miembros de la Comunidad Gitana Internacional que giran sobre la temática de ese pueblo. La primera proyección se celebro ayer 18 de Marzo en el Centro Social de Labañou en A Coruña. La introducción corrió a cargo de D. Joaquín López Bustamante, gitano autodidacta defensor de los Derechos Humanos y de los Derechos del Pueblo Gitano, colaborador con varias ONG y actualmente, miembro del Instituto de la Cultura Gitana.

En esa introducción, el ponente dejó varias de esas «perlas» que merecen la pena a la hora de abrir un debate. Por ejemplo, la que hemos elegido para el título del artículo.

El Insitituto de la Cultura Gitana echó a andar a mediados de 2008, siendo Ministro de Cultura un coruñes: César Antonio Molina; pero sin embargo, eso no impide que, en el caso de A Coruña y su Área Metropolitana, hablar de lo «gitano» siga estando ligado a la marginalidad, el chabolismo y la delincuencia. Nadie llama chabolismo a la infravivienda «paya» que salpica nustros núcleos tradicionales; no… eso es «feismo». Se han abierto numerosos debates, incluso «culturales», sobre el «feismo».

Otra es la «comparación» entre el gitano y el «gallego». El gitano es un pueblo maldito; que se dice nómada pero no lo es tanto. Sus raíces están a la orilla oeste del Mar Negro. Allí fué perseguido, maltratado, ninguneado y explotado… De allí tuvo que escapar (nosotros le decimos «emigrar»). Adonde llegó, supo trasladar su cultura en incluso, enriquecerla con la aportación de quienes les acogían. El caso de España es muy especial. Toda cuanta literatura, música, pintura, poesía o teatro que produjo este país desde el Siglo de Oro tiene profundas raices gitantas. Incluso la imagen que como país se proyectó hacia el exterior, y que creó esa atmósfera mágica que nos convirtió en destino turístico de referencia a nivel mundial, tiene una profunda y evidente raíz gitana. Curiosamente, esa imagen fue concebida por otro gallego: Don Manuel Fraga.
El caso «gallego» es parecido: Joaquín nos cuenta cómo, enfundado en su nuevo rol de «embajador» de la Cultura Gitana, recorrió medio mundo a través de las embajadas cuturales españolas. La bandera que ondea junto a la española en la mayoría de esas embajadas no es otra que la gallega. Los «gallegos del mundo» (sobre todo los del mundo latino) controlan buena parte de la cultura musical (por ejemplo): Brasil, Argentina, Colombia, Venezuela o Costa Rica son ejemplos de países que «exportan» anualmente un par de artistas que terminan triunfando a nivel mundial. En todos esos países, la música, el teatro, el cine, la televisión… están «gestionados» por gallegos.
Sin embargo, los gallegos de Galicia «descubren» la bachata (y la salsa, el tango, la cumbia, el bolero y hasta la rumba) a mediados de los 90. Esa situación inconcebible se da también entre la población romaní: los que aún habitan las tierras «originarias» de los gitanos son los más atrasados, ignorantes de todo, incluso de su propia cultura; abandonados, marginados, excluidos y perseguidos hasta la extenuación… esa «extenuación» que les obliga a escapar (nosotros decimos «emigrar») de allí.

Evidentemente, la situación gallega es muy distinta a la romaní… pero bien podría compararse con la que se sufrió en este país hace unos 200 años. Los que emigraban terminaban triunfando (o no); pero los que se quedaban estaban condenados al analfabetismo y a la marginalidad.

Es más, podemos apuntar como detonante de muchas de las situaciones que se vienen denunciando, y en las que se apunta con el dedo a los gitanos, están provocadas por la ignorancia. La ignorancia es «la falta de conocimientos»… no tiene nada que ver con la falta de cultura. Yo mismo conozco gente «culta» que es analfabeta. El índice de fracaso escolar entre los gitanos es tremendo. Entre las gitanas es «normal»… lo lógico es que fracasen.

La situación de la Integración en España es ejemplar a nivel mundial. No sólo (y sobre todo) con respecto a los Gitanos, sino con muchas otras culturas (y religiones). Sin embargo, por estos lares, nos gusta dar la nota y abrimos debates sobre «los velos», «los clanes», «el narcotráfico» y demás; que en otros lugares están ya más que cerrados. En A Coruña, unos gitanos chabolistas y narcotraficantes «impiden» el avance del progreso: la 3ª Ronda hacia IKEA. La Ría del Burgo, antes mina de almejas, ahora «esquilmada» por gitanos «chabolistas» que, además, ajustan sus cuentas a tortazos y puñaladas en Santa Cristina; con el consiguiente «pánico» de la población (¿paya?) autóctona. Bandas organizadas procedentes del este… mafias que se dedican al robo y al secuestro en chaletitos de urbanización «idílica». Rumanos y Búlgaros «sin papeles» (vaya… ¿no son europeos?) que vienen a mendigar y sacudir carteras a partes iguales…

Con este tipo de cosas desayunamos todos los días. Los medios ofrecen al lector/espectador/oyente la «información sesgada que ¿quiere? recibir»… así se aseguran un mínimo de lectura/espectación/escucha que, posteriormente, venden a las agencias de publicidad. Los presentes en el acto de ayer se podían contar con los dedos de las manos. Si incluímos a los propios organizadores… a lo mejor nos hace falta un pié.
Si en vez de publicitar un par de películas de Radovanovic hubieran publicitado «reparto de jeringuillas y condones» tendríamos allí a La Voz, la Opnión, ATLAS, TVG, la Concejal de Asuntos Sociales e, incluso, al propio Cesar Antonio Molina… No fue así: sólo había un gitano hablando de otros gitanos que no son delincuentes sino directores cinematográficos. Y es verdad, los gitanos directores de cine son una «excepción»… como (quizás) los gitanos delincuentes.

Abrimos el debate en este punto. ¿Son este tipo de cosas: el velo, Penamoa, A Pasaxe, los furtivos… producto de una mal entendida estrategia electoral? ¿O son los gitanos merecedores del trato que los medios les dan? ¿Somos los gallegos un ejemplo de sociedad integradora, o exigimos a los demás que modifiquen sus hábitos para aceptarles?