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No pretendemos jugar a adivinos. Es un peligro real. Tan real como otros casos que conocemos. Miño tardó 20 años en recuperarse del golpe que le supuso perder su «calle principal». «Ganamos una calle». Era el sermón repetido por los vecinos… altavoz del soñado por su entonces alcalde. La realidad es que, aún hoy, Miño espera ansioso a que se ocupen de una vez las centenares de viviendas que proyectó FADESA en Perbes. No por sacar la cabeza de su ahogo institucional, sino por que es la única esperanza de recuperar la viabilidad económica como pueblo. Hoy por hoy, Miño «vive» de los alquileres estivales. Todo comenzó cuando se proyectó la vía alternativa para la N-651. Vendría a solucionar el embotellamiento constante de la carretera de la playa. Luego llegó la AP-9. Los coches desaparecieron del casco urbano del pueblo. Así de simple. No debemos olvidar que para alguien que va «de paso», parar a comprar el pan, tabaco o tomar un café es un hábito. Si se «quitan» de ese hábito luego es tremendamente difícil volverlos a atraer. En Oleiros no hay nada. Nos referimos al casco urbano del pueblo. Un puñado de bares, un estanco, un par de peluquerías… hasta la Casa del Concello parece permanentemente cerrada. Si los coches de Sada dejan de pasar por allí camino de A Coruña para ir 200 metros más abajo por A Covada; lo poco que hay, simplemente, dejará de existir. Estaremos atentos a ello. Sobre todo como aviso a navegantes. Más que navegantes a comerciantes… de Santa Cruz, de Perillo. Si los miles de personas que viven en las urbanizaciones (Rialta, Regos, Montrove…) pueden ir y venir de Coruña sin pasar por los pueblos… mal lo vemos.