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El ANPA Bidueiro del Parga Pondal de Santa Cruz, recoge firmas en contra de esa medida. Pero, ¿cuál es esa medida? ¿qué sentido tiene? ¿qué trata de hacer? Se recoge en una Orde de la Xunta de Galicia de hace 15 años (en concreto, Julio de 1997); en la que se regulan las tareas extraescolares que los profesores pueden mandar a los alumnos. Establece que en el segundo y tercer ciclo de Educación sólo se podrán poner tareas extraescolares encaminadas a fomentar la creatividad y la expresión de los alumnos: lectura y comentario de textos, recopilación de datos e información para publicaciones escolares y realización de actividades plásticas y artísticas. Para el primer ciclo de primaria y educación infantil prohibe, expresamente, la obligatoriedad de cualquier tipo de tarea que se realice fuera del aula. Hemos conversado con Marta (Psicopedagoga) y con Roberto (Profesor del Master Universitario de Profesorado en la UDC) y ambos ponen muchos «peros» a la medida. Coinciden en que «cualquier ley educativa está elaborada por psicólogos, pedagogos y expertos en el mundo de la educación siguiendo tendencias o teorías pedagógicas. Está claro que no se pueden hacer leyes educativas al margen de consideraciones como saber cómo aprende un niño/a o cómo es su desarrollo en las múltiples facetas.» Ahora bien, «las leyes educativas van cambiando en función de las nuevas teorías de la didáctica y la psicopedagía. Pero muchos aspectos que desarrollaban las leyes educativas generales permanecen sin que nadie los derogue. Esto es una práctica muy habitual en el mundo educativo. Para que te hagas una idea. Tenemos una Ley de Ordenación Educativa LOE desde hace unos años pero seguimos, en la práctica diaria, funcionando con normativa anterior.» La orden que nos ocupa sirvió de freno, en su momento, a ciertas prácticas usuales hace unos 20 años. Como normativa quedó ahí y es comprensible. Lo que no es beneficioso es llegar al punto que denuncia el ANPA Bidueiro en su aplicación. «La educación no se mantiene al margen del funcionamiento general de los españoles. Por ejemplo: El pescado azul es malo y a los pocos años es muy beneficioso. Quiero decir que a los españoles nos encanta pasar de lo blanco a lo nego y viciversa, sin relativizar las cosas o sin buscar puntos de encuentro.»
Los deberes escolares no dejan de ser pequeñas obligaciones y éstas están presentes a lo largo de toda nuestra vida y, por lo tanto, se deben de ir asumiendo desde las primeras etapas de nuestro desarrollo. Ir cumpliendo con las pequeñas obligaciones fomenta la «autonomía» y la «cultura del esfuerzo». Estos dos aspectos están muy presentes en los principios y fines que inspiran la Ley Orgánica de Educación (LOE). Conseguir esto en nuestros hijos o en nuestros alumnos no es fácil, no es rápido como casi nada en el mundo de la educación. Es un proceso largo y que tiene que empezar desde la base. Desde bien pequeñitos nuestros hijos tienen que asumir deberes u obligaciones como orinar en un determinado sitio o adquirir el hábito de lavarse los dientes. Acaso no son obligaciones y por lo tanto deberes?. Pues lo mismo ocurre en la escuela. Cuando hablamos de deberes escolares en el primer ciclo de Primaria, no debemos de ver todo en blanco o en negro. Generalmente el profesorado tiene la formación suficiente y la creatividad para proponer una tarea muy breve que motive al alumno y que potencie el desarrollo de competencias fundamentales. Lo más importante no está en lo que el niño vaya a aprender en los 10 minutos que va a tener que dedicar a esa tarea; lo fundamental es que el niño empiece a asumir un deber: el de tener un tiempo diario» mínimo» para hacer una tarea «mínima». En la adquisición de ese hábito es en lo que se debe de trabajar. Llegados a este punto. Personalmente le veo más ventajas que paso a enumerar: Primero. Contribuye a que los alumnos/as vayan interiorizando que tienes deberes, también muchos derechos. El hábito de trabajar, aunque sean 15 minutos diariamente, contribuye a la automatización de respuestas. El hábito adquirido no se olvida. Segundo. Se inculcan desde la base hábitos de trabajo regulares. Tercero. Pueden ayudar de alguna manera a mejorar las conexiones escuela y la familia; esto no quiere decir que los deberes sean para los padres pero es una vía para que los padres no estén ajenos a la realidad de lo que sus hijos hacen diariamente en el cole. Cuarto. Fomenta el valor del esfuerzo para conseguir las cosas. El niño ha de esforzarse diariamente en acabar una breve tarea. Aunque sean muy pequeños empiezan a darse cuenta de que son capaces de hacer algo por su cuenta. Quinto: Ayudan a saber administrar el tiempo, a planificarse. Sexto: Suavizan el tránsito a la etapa Secundaria, cambio que ya de por sí sólo es duro. No sé si me atrevería a hablar de una séptima ventaja: Contribuyen a limar desigualdades entre el alumnado. Los que trabajamos en la enseñanza pública sabemos de sobra que por suerte, contamos con alumnado que pertenece a contextos socio-económicos y culturales bien diversos. Algunas familias cuentan con los recursos personales suficientes para estimular a sus hijos y ofrecerle un núcleo familiar totalmente enriquecedor en el que probablemente asumir deberes se haga sin contar necesariamente con los deberes escolares, pero otros alumnos/as no tienen la misma suerte. Todo lo que acabo de exponer pierde el sentido si nos encontramos con padres que interpretan que los deberes son para ellos y no para sus hijos (los padres tiene que funcionar unicamente como agentes estimuladores); nos encontramos con profesores excesivamente exigentes o que imponen tareas escolares desproporcionadas o poco ajustadas a la edad y a la etapa de desarrollo en la que se encuentra el alumno; o es un niño que acude a numerosas actividades extraescolares (algunos no tiene tiempo ni para jugar).
En fin, una normativa desfasada que trataba de poner un punto intermedio entre dos polos opuestos en su concepción de lo que es un sistema educativo. Útil, mientras no se use para forzar un extremo u otro. Yo veo más ventajas que inconventientes. estos últimos surgen cuando, como padres, nos ponemos en posturas exageradas, excesivas o poco tolerantes.