Gerardo Crespo no es un «cualquiera» en el PP coruñés. No es un «cualquiera» ante ningún partido coruñés.
Crespo representa como nadie el papel de hombre hecho a sí mismo: paprapléjico desde muy niño, su situación no le impidió abanderar causas y representar movimientos sociales hasta entonces desconocidos. Es más… quienes han vivido en «el centro» desde Franco consideran esa «situación» un verdadero «icono».
Hiperactivo representante vecinal, emprendedor de «emprendedores» y peleón como el sólo: contra el botellón o los ‘after-hours’ del entorno de Juan Flórez; son sus batallas más sonadas. Porque sólo suenan las batallas que ganó. Hubo otras muchas que perdió; pero esas quedaron fuera de la «opaca» memoria coruñesa.
Sus victorias siempre consisten en lograr que la administración encargada, con el alcalde de turno al frente, «tome cartas en el asunto». Su «victoria» sobre el botellón consistió en una «ordenanza» sobre la base de una «lei». Su «victoria» sobre los «after» consiste en otra «ordenanza» que no le sirve a nadie salve a los «after».
Sus batallas son siempre contra las circunstancias. Y las circunstancias no son «ámbito de aplicación» de las ordenanzas. Así que el botellón sigue tan bien y los after a lo suyo pese a la «victoria» de Gerardo Crespo; que nunca se olvida de mencionar en el «one-on-one».
De sus pinitos como «emprendedor», cuando se puso de moda esto de emprender por primera vez (la otra gran crisis de los 90), salió la Academia Zeta; germen de Azetanet, una constelación empresarial de esas de las películas: docenas de empresas que se facturan las unas a las otras por productos y servicios de lo más disparatado.
Azetanet vivía (presentó concurso de acreedores el pasado mes), sobre todo, de la impartición de cursos «subvencionados». Tras esos cursos, otra constelación de asociaciones, fundaciones y demás chirringuitos creados para muxir del Concello, de la Xunta, del Estado y de la UE los miles y miles de euros que se necesitan para convertir drogaditos en contables, minusválidos en obreros de la construcción, parados de larga duración en diseñadores de páginas web o mujeres maltratadas en fontaneros o electricistas.
El problema es que el sistema es el que es… y hay que jugar con las reglas del sistema. El sistema es que la Administración de turno «oferta» cursos al que todos (y si no todos, sí la inmensa mayoría de) los Centros de Formación (de todo ‘pelaje’ o, más bien, pillaje… desde los privados hasta Sindicatos, Concellos, Ditputaciónes, Consorcios, Fundaciones o Asociaciones de todo tipo…) optan.
Esto es: se solicita la subvención y, si te la conceden, veremos cómo hacemos para montar ese «Curso de Cocina para mujeres inmigrantes menores de 35 años paradas de larga duración con hijos a su cargo»…
Lo lógico (lo normal) es que tal curso ni exista ni se le pueda «hacer existir»…
En estas han pillado al bueno de Crespo. No confundir con aquellas acusaciones del alcalde allá por 2010, que se quejaba del «trato de favor» recibido por Crespo en la Consellería de Traballo; que le llevaba a jugar con ventaja a la hora de recibir del reparto de las cartas.
Eso también… pero eso es lo normal: el sistema. Desgraciadamente no es esto lo que se está juzgando.
Vero Rodriguez
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