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Un camión de bomberos con más de 30 años de servicio es una joya de museo. Y sacarla de ese museo puede ser un peligro hasta para la cabalgata de los reyes magos. Esta vez llegó… me refiero a nuestro «vehículo de emergencias». Y lo hizo con las cuatro ruedas puestas que, aunque parezca mentira, también supone una novedad. Los miembros del equipo viajan con el casco puesto. Porque lo manda la normativa de seguridad y porque se conocen muy bien los problemas que presenta este cacharro… más propio de los tebeos de Mortadelo que de un Concello del siglo XXI. Ocurrió que del camión cisterna, por una vez, funcionó todo… menos la cisterna. Así que después de los sudores que al resto de los conductores de Oleiros nos produce verlo venir de frente, su efectividad frente al «incendio» se vio preocupantemente mermada. Hubo entonces que llamar a los amigos de Arteixo. No sé si los bomberos de Arteixo son más bomberos que sus colegas de Oleiros… lo que es seguro es que disponen de un camión más vcamión que nuestra «tartana». 30 años son muchos y da tiempo para cogerle cariño a las cosas. Al final, los rastrojos, una palmera de gran porte y un poste que la atravesaba. Vecinos asustados por la humareda y cabreo entre los miembros del equipo de emergencias que ven como cualquier día esta falta de medios va a provocar una tragedia de verdad.