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Hace cosa de un año, nos hacíamos eco de un atropello en la zona de la gasolinera de Mesón da Auga, entre O Seixal y O Carballo. Ayer, una chica de 13 años fue arrollada en la misma zona. Entonces era de noche y llovía. El autobús dejaba a los pasajeros que se bajan en la parada de la gasolinera en medio de la nada. Convertidos en peatones, debían circular por un arcén inexistente hasta sus casas. Un coche tumbó a una señora mayor que, gracias a Dios, pudo ser atendida por el personal de la gasolinera. Si no, no lo cuenta. Ayer le tocó el turno a una escolar que también, parece ser, que había sido depositada por el autobús en su parada de siempre. Los medios hacen hincapié en que en la zona no había paso para peatones. Y es cierto… no lo hay. Ni paso ni pasarela. Los peatones tienen que cruzar por la carretera. Recordamos todos la campaña del Concello para que los peatones utilicen los pasos habilitados. Nada se decía de qué hacer cuando no los hay. Si la chica es escolar y el autobús para allí, posiblemente cruce la cerretera, al menos, una vez al día. Y no creo que sea ella sola. Vivimos en un paraíso pero la gente tiene que comportarse como si estuviéramos en mitad del monte. Con una mínima diferencia: por ningún monte circulan 45.000 vehículos diarios. Una obra pagada entre todos (si es que está pagada porque las empresas contratadas caen una tras otra), en principio, para solucionar el problema de un tráfico denso en una zona de ‘periferia tipo ciudad jardín’; se está convirtiendo en un ‘no-lugar’ a pasos de gigante. Cuando terminen esa obra se va a convertir en una barrera (un machetazo a una de las zonas más importantes de nuestro Concello) que parta San Pedro de Nós en dos mitades.